Festivo aprovechado

El Festivo de ayer estuvo bastante bien aprovechado, por la mañana algo de deporte, y por la tarde a la Alhóndiga, una vez más.

Primero la exposición de objetos imposibles de Jacques Carelman. Parodiando un catalogo de venta por correo, publicó un catalogo de objetos imposibles o inútiles que tuvo mucho éxito, y posteriormente construyó algunos de ellos. La exposición consta de objetos de este catalogo propiamente dichos y dibujos de otros.

Algunos directamente son objetos imposibles, y son los más surrealistas, como una hamaca autónoma suspendida de dos globos de helio, un cochecito de bebe con televisión en lugar de bebe, un reloj de pulsera de sol, otro de arena y otro de cuco,

unas gafas para enamorados miopes, para que se miren a los ojos sin cansarse,

un martillo para personas retorcidas, mejor si son dos personas,

o una maquina de coser a tracción animal.

Otros son objetos, posibles pero que no sirven para nada, como una anzuelo que en espiral con la parte punzante en el interior, para pescadores amantes de los animales, un grifo económico, que devuelve el agua a la tubería,

un hacha de doble mango para usar por dos leñadores a la vez, un reloj de arena con piedras, con el que detendremos el tiempo.

o una bici tandem para parejas que quieren ir a sitios distintos

Estos me recordaron a la gloriosa serie de la BBC, “Caida y auge de Reginald Perrin”, en la que el prota pone una tienda que se llama “Basura” y vende objetos que anuncia como totalmente inútiles, aros para jugar cuadrados, saleros sin agujeros, los cuadros pintados por un amigo y el vino que hace su yerno... Hace poco la volví a ver, que me la pillé en DVD, es genial.

Y luego hay objetos, que son posibles y útiles, pero que su utilidad es totalmente absurda y que es de pensar que nadie en su sano juicio los compraría. Un embudo cilíndrico para recipientes de boca ancha, un peine para cejas, una brocha para tubos, los pelos estan en un circulo por donde se introduce el tubo, zapatillas de barrer,

un aparato para poner puntos en las ies,

un colador con tapones para convertirlo en un cucharón.

En estos objetos, el creador no se si alguna vez llegaría a pensar que la realidad siempre supera a la ficción, pero seguro que no contaba con las telé tiendas...

Y luego a una película de la Zinemateka del ciclo de Joseph Losey, de 1948 “El muchacho de los cabellos verdes”, a ratos tierna y divertida, a ratos dramón, y muy moralista con lo mala que es la guerra, hecha justo en la posguerra, un rato entretenido en lineas generales, echaban otra detrás pero no me apetecía

Por cierto en la exposición había el dibujo de un objeto, que me recordó mucho a algo que tengo visto, y que funciona y se usó, una bicicleta que aprovechando la fuerza generada, hace funcionar un instrumento musical del cual lleva un teclado en el manillar....