Hoy me detuve al filo de la tarde.
Tropezaban mis hombros con los hombres
que ajenos a mi paso paseaban
-mundo arriba y abajo- sus siluetas.
Ellos venían, se alejaban, luego
preguntaban -¿por quién?-, se despedían...
Corazones sin nadie. ¡Cuanta gente
a precio fijo, mártires de sueños!
De no sé dónde hacia el presente iban,
de no se sabe dónde hacia el mañana;
ellos, los hombres, los por siempre errantes,
los para siempre esclavos de su prisa.
Quise seguir. No puedo. Cada hora
hay alguien que se queda, que no puede.
(La vida es como un hombre al que un buen día
el ala de la muerte llega y roza)...
Tiempo de Ceniza
De “Los días intimos”
Antonio Murciano
Me ha gustado, me ha gustado.
ResponderEliminarNos quedan muchos kilómetros que recorrer de camino al cielo...
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