Me encanta viajar por carretera, pero no digo desplazarme, digo viajar.
Coger camino y, sin pisar la autopista, ir rumbo al destino, sin tener mucha idea de cuando se va a llegar. Parar donde apetezca, si se pasa por un pueblo bonito, o en un sitio con buenas vistas....
O ver una carretera mas secundaria de en la que estas y preguntarte ¿a dónde ira?, e ir a descubrirlo.
Y como decía en una canción el gran Robe Iniesta “comer donde me entre hambre” “dormir donde me entre sueño”.
Coger camino y, sin pisar la autopista, ir rumbo al destino, sin tener mucha idea de cuando se va a llegar. Parar donde apetezca, si se pasa por un pueblo bonito, o en un sitio con buenas vistas....
O ver una carretera mas secundaria de en la que estas y preguntarte ¿a dónde ira?, e ir a descubrirlo.
Y como decía en una canción el gran Robe Iniesta “comer donde me entre hambre” “dormir donde me entre sueño”.
Por supuesto esto no lo puedes hacer si lo que tienes que hacer es ir a Madrid después de trabajar, estar allí esta noche para ir a primera hora de la mañana a una reunión y después volver, para ir a trabajar a oficina al día siguiente. Aun así en estos casos me sigue gustando conducir. La libertad de no depender de horarios de salida, llegada, y parar donde a uno le apetezca me puede. Siempre y cuando la distancia no sea enorme, claro...
Esta debilidad por ese tipo de viaje, en el que es mas importante el viaje en si que la llegada al destino me viene, como tantas cosas, de mi padre.
Nuestras vacaciones de pequeño siempre fueron así, elegir una zona, y coger carretera, comiendo en el restaurante “la cuneta” (en un prao al lado de la carretera, sacar la mesa y la comida que lleváramos), y durmiendo en hostales de pueblo o carretera. En esto también gane en libertad con la furgoneta.
Un ejemplo un año salimos de Oviedo, comimos en Llanes y nos bañamos en la playa (esta parte la hicimos rápido que Asturias lo conocemos mejor), y por la tarde llegamos a San Vicente de la Barquera, pueblo cantabro fronterizo con Asturias.
Pues bien para llegar a Castro Urdiales, casi el último pueblo del oriente cantabro, tardamos una semana. Luego la vuelta fue en esa misma tarde.
Esta debilidad por ese tipo de viaje, en el que es mas importante el viaje en si que la llegada al destino me viene, como tantas cosas, de mi padre.
Nuestras vacaciones de pequeño siempre fueron así, elegir una zona, y coger carretera, comiendo en el restaurante “la cuneta” (en un prao al lado de la carretera, sacar la mesa y la comida que lleváramos), y durmiendo en hostales de pueblo o carretera. En esto también gane en libertad con la furgoneta.
Un ejemplo un año salimos de Oviedo, comimos en Llanes y nos bañamos en la playa (esta parte la hicimos rápido que Asturias lo conocemos mejor), y por la tarde llegamos a San Vicente de la Barquera, pueblo cantabro fronterizo con Asturias.
Pues bien para llegar a Castro Urdiales, casi el último pueblo del oriente cantabro, tardamos una semana. Luego la vuelta fue en esa misma tarde.
que casualidad... si es que es una canción preciosa. Me encanta el blues rock de los 60...
ResponderEliminarViajar sin rumbo y sin prisas es un placer, aunque la mayoría de las veces nos sea imposible hacerlo...
Una delicia el viajar sin objetivo claro, variando el rumbo cuando apetezca.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
¿Algún viajecito previsto para este verano?
ResponderEliminarEs divertido viajar, disfrutar del paisaje, de la música, de la compañía, perderse... ay no, extraviarse jajaja
Sigue disfrutando de todo ello.
Bessets
Jan: Si que es un placer, pero salvo en periodo vacacional es difícil conseguirlo, y a veces ni así.
ResponderEliminarHalfon: Y “perdiéndote” sin saber exactamente donde vas.
Rakala: Si, a algún sito iré, aunque aun no se fijo donde, pero como no dependo de nadie, ni tengo que reservar nada....
Lo de extraviarse que quieres..., si tuve el único gps del mercado que o esta dormido o chillándole al conductor, incluso a veces le exige que se salte los limites de velocidad... Vamos menuda compra....